Gordon Wilson sujetaba la mano de su hija Marie mientras ambos yacían atrapados bajo una montaña de escombros. Era 1987, los dos estuvieron entre los asistentes a un pacífico servicio conmemorativo en Enniskillen (Irlanda del Norte), cuando estalló una bomba terrorista. Al final del día, Marie y nueve otros civiles habían muerto y sesenta y tres habían sido hospitalizados con heridas. "Papa, yo te amo mucho" - fueron las ultimas palabras de Marie.
Asombrosamente, Gordon rehusó pedir que se tomaran represalias, diciendo que expresiones de ira no podían devolverle su hija ni traer la paz a Belfast. Sólo unas horas después del atentado, dijo a periodistas de la BBC: "He perdido a mi hija, y la echaremos de menos. Pero no guardo rencor…Eso no me la devolvería… Les ruego que no me pidan una razón…no tengo respuesta. Pero sé que tiene que haber un plan. Si no creyera eso, me suicidaría. Es parte de un plan mayor, y Dios es bueno. Y nos volveremos a ver". Más tarde, Gordon dijo que no era su intención que se formulara una teología de justicia con sus palabras. Simplemente le habían salido de lo más profundo de su corazón. En los días y meses que siguieron al atentado, luchó para vivir de acuerdo con sus palabras. No era fácil, pero era algo de qué agarrarse, algo para mantenerlo a flote en las horas más sombrías.Sabía que los terroristas que le quitaron la vida a su hija no tenían ningún remordimiento, y sostuvo que deberían ser castigados y encarcelados. Aún así, se le entendió mal, y muchos lo ridiculizaron porque rehusaba buscar venganza.
"Los que tienen que responder por esta acción, un día enfrentarán al juicio de Dios, que está mucho más allá de mi perdón… Estaría mal de mi parte dar la impresión de que a pistoleros y a terroristas pone-bombas se les debería permitir andar libremente por las calles. Pero por mi parte…sean juzgados o no en esta vida por un tribunal…yo hago lo que puedo por manifestar perdón… La última palabra le corresponde a Dios…y los que buscan su perdón tendrán que arrepentirse." El perdón le permitió a Gordon aceptar la muerte repentina de su hija, y tuvo efecto mucho más allá de su propia persona. Por lo menos por un tiempo, sus palabras rompieron el círculo vicioso de matanza y venganza.
--------------------------------------------------------------------------------------
La historia de Steven McDonald ha tocado a muchos americanos, pero parece que no son muchos los que ven en su acto de perdonar algo más que un acto de voluntad sobrenatural. Steven, un policía y detective de la ciudad de Nueva York, fue baleado en 1986 mientras interrogaba a tres jóvenes en el Parque Central, y quedó paralizado del cuello hacia abajo. Llevaba menos de un año de casado, y su esposa tenía dos meses de embarazo.Shavod Jones, su asaltante, provenía de un complejo de viviendas públicas en Harlem, Nueva York; Steven vivía en un barrio de gente blanca adinerada. Su breve encontronazo podría haber terminado con prisión para uno, y toda una vida de amargura para el otro. Pero aún antes de que soltaran a Shavod de la cárcel, comenzó a cartearse con él en un esfuerzo de traer “paz y propósito” a la vida de ese joven. Steven escribe: Preguntarme por qué me había disparado el muchacho era algo que estaba completamente fuera de mi pensamiento mientras miraba el cielo raso desde mi cama en el hospital. Estaba perplejo, pero descubrí que no podía odiarlo a él sino a las circunstancias que esa tarde lo habían llevado al Parque Central con una pistola escondida en el pantalón.Para ese muchacho yo era una chapa, un uniforme que representaba al gobierno. Yo era el sistema que les permitía a los dueños de casas cobrar alquiler por apartamentos escuálidos en edificios deteriorados; yo era la agencia municipal que reconstruía barrios pobres y echaba a los residentes, mediante el “aburguesamiento”, sin tener en cuenta si eran buenos ciudadanos que respetaban la ley, o criminales y traficantes en drogas; yo era el policía irlandés que se presentaba en una disputa doméstica y se iba sin hacer nada porque no había ninguna violación de la ley.Para Shavod Jones, yo era el chivo expiatorio, el enemigo. No me veía como una persona con seres queridos, como hombre casado y futuro padre. Él estaba infectado con los mitos que circulan entre su gente: Los policías son racistas, se vuelven violentos, así que ármate contra ellos. No, yo no podía echar la culpa a Jones. La sociedad, la familia, las agencias sociales responsables por él, los que hicieron que fuera imposible que sus padres se quedaran juntos – todos le habían fallado mucho antes de que Shavod Jones se encontrara con Steven McDonald en el Parque Central.A veces, cuando no me siento bien, puede que me enoje. Pero me doy cuenta de que el enojo es una emoción derrochada…A veces estoy enojado con el adolescente que me pegó el balazo; pero más a menudo le tengo lástima. Sólo espero que él pueda cambiar su vida y ayudar a la gente en vez de hacerles daño. Yo le perdono y espero que pueda encontrar paz y propósito en su vida.Al principio Shavod no contestó las cartas de Steven; más tarde, cuando lo hizo, el intercambio fracasó, porque Steven rehusó acceder a su pedido de ayudarle a obtener la libertad condicional. A fines de 1995, sólo tres días después de salir de la prisión, Shavod perdió la vida en un accidente de motocicleta. Steven continúa predicando su mensaje de amor y perdón desde su silla de ruedas.Hace varios años visité a Steven en su casa en Long Island, e inmediatamente quedé impresionado por su bondadosa manera, sus ojos chispeantes, y el alcance de su invalidez. Es bastante difícil para una persona mayor vivir confinado a una silla de ruedas. Que a un hombre lo arranquen de la vida activa a los veintinueve años es devastador; agrega a esto tener que respirar por una traqueotomía, y un hijo de dieciocho años cuyo papá nunca ha podido abrazarlo – ahí tienes a Steven McDonald. Pero no percibí ningún enojo, ninguna amargura.Con calma y con firmeza me abrió su corazón. Habló de aquel balazo como de una “bendición”, una dura prueba de fe, que sin duda lo había acercado más a Dios, y lo había obligado a enfocarse más en lo espiritual y lo eterno:Al principio, el perdón era una manera de seguir adelante, una manera de dejar atrás aquel horrible accidente. Pero luego me di cuenta de que yo había vivido una vida pecaminosa y egoísta, y que yo mismo necesitaba perdón. Era muy simple.Ahora, Steven ha encontrado un propósito para su vida: enseñar a perdonar. Regularmente habla en escuelas primarias y secundarias, y en ceremonias de graduación. Considera su trabajo como un encargo de Dios. Puesto que perdonó, y compartió con otros su acto de perdonar, Steven tiene la esperanza de que la gente vuelva a descubrir a Dios.Once años después del balazo, su esposa Patti sigue fielmente a su lado. Luchan a diario con la realidad de su incapacidad y los efectos que tiene sobre su matrimonio. A menudo Steven tiene que batallar contra el desaliento, y hasta ha luchado contra pensamientos suicidas. Pero cuando le pregunté si el perdonar en sí había sido una lucha, dijo que no, que era más bien un don, una gracia.No debe ser fácil perdonar cuando uno ha sido tan gravemente herido. Pero aún en la agonía más profunda tenemos que elegir entre amar u odiar, perdonar o condenar, buscar reconciliación o venganza. Steven podría haberse amargado, pero escogió el camino de la paz y la reconciliación, y hasta el día de hoy está transformando la vida de otros.
-------------------------------------------------------------------------------------
Aqui un testimonio que conto mi pastor . Lo cuento de la memoria.
En los años 1915 fue el genocidio de los armenios por los asi llamados Jóvenes Turcos, en el Imperio Otomano. los turcos mataron muchos armenios con tanta brutalidad, que narrarlo fielmente es imposible , nosotros solo podemos imaginar. habia una familia, de armenios, a su casa llegaron los turcos, mataron a los padres ante los ojos de sus hijas. A la hija menor de la familia armenia el jefe de los turcos la dio a sus compañeros para que se diviertan..y la mayor el mismo la llevo, para que ella le sirva. Paso bastante tiempo, y ella soporto muchas cosas horribles. Pero un dia Dios le dio una opurtunidad de escapar. y fue un milagro que ella pudo hacerlo, escapo. Y despues de un tiempo ella fue a un hospital a trabajar. Y paso asi que un dia ellos se encontraron otra vez - ella y aquel jefe de los turcos, a quien ella servia. A el llevaron a este hospital herido gravemente . Y esa muchacha estaba al cuidando de el. Mucho tiempo el estaba asi, muy enfermo, no podia hacer nada, el no entendia nada. Y ella siempre estaba haciendo todo lo que debia hacer una enfermera para este hombre, y mucho tiempo paso ayudandole a sobrevivir. Y por fin un dia el se sentio mejor, y ya podia entender lo que pasaba a su al rededor ; el medico le dijo a el que el no estaria vivo ahora si no fuera por la enfermera, Y cuando el turco este turco la vio, la pregunto si no la habia conocido antes . Y ella dijo que si, y le conto quien era. Entonces este hombre le pregunto - "Por que no me mataste?" .. Y ella respondio - "Yo sigo a Aquel,quien me dijo que debo hacer las cosas asi ".
Soldados romanos, Pilato, Herodes y los miembros de Sanedrin simplemente "hacian su trabajo" - una excusa miserable, la cual usaban despues y usan ahora. Jesus dejo esto para atras, El llamaba directamenta a los corazones de la gente. Ellos necesitaban del perdon, mas qu cualquier otra cosa. Nosotros, quien creemos en la redencion, sabemos que Jesus pensaba no solo de aquellos que lo mataban, cuando decia sus ultimas palabras. El pensaba en nosotros. Con su cruciifixcion y solo con esta El puso el FIN a la ley de la eterna venganza. El nos dejo un camino el cual podemos aceptar o no. Nosotros podemos escoger perdonar o no perdonar. El perdon nos libera, el rencor y venganza nos condenan
No paguéis a nadie mal por mal;
procurad lo bueno delante de todos los hombres.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres.
No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer;
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer;
si tuviere sed, dale de beber;
pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
(Romanos 12:17-21)
No hay comentarios:
Publicar un comentario