14 julio 2008

Los límites del perdón

Ahora quisiera dedicar un tiempo para reflexionar sobre el perdon, lo que es muy importante en este mundo, lleno de odio.

Hay un libro, "El girasol. Los Límites Del Perdón" de Simón Wiesenthal, sobreviviente del Holocausto, donde el cuenta su historia:

En el año 1944 Simón era un joven polaco, prisionero de guerra de los Nazis. El había visto cómo los Nazis mataron a su abuela en las escaleras del edificio donde vivía con su familia y cómo su madre fue llevada a la fuerza a un campo de concentración. En total, mataron a 89 miembros de su familia.
En desesperación, Simón intentó suicidarse, pero no pudo. Fue capturado y llevado a un campo de concentración.


Un día, fue llevado a un hospital para limpiar los pisos y hacer el aseo en general. Una enfermera se le acercó y le preguntó si el era judío. Asintió con la cabeza. Ella le dijo que la siguiera.

Con cierto temor, la siguió hasta una habitación en penumbras. En la cama estaba un soldado alemán mortalmente herido. Tenía la cara totalmente cubierta de vendas, con unos agujeros para los ojos y la boca. Era un oficial de alto rango de las SS alemanas. Quería confesar algo antes de morir.

“Me llamo Karl,” dijo el moribundo. “Tengo que decirte algo que hice que es horrible. Tengo que decírtelo a ti porque tu eres judío”.

Karl le contó que crecio en la familia católica, de su fe de niño, la cual había perdido en Hitelr Yugend (movimiento juvenil nazis). Despues como el habia ido como el voluntario a SS ( organización militar y de seguridad del partido nacionalsocialista aleman de los trabajadores en Alemania, responsable del exterminio de judíos durante el Holocausto). Y hace poco que el volvio mal herido del frente ruso.

En tres ocasiones Simón intentó irse de esa habitación. Cada vez el herido lo agarraba con una mano blanca, sin sangre, fría. Le imploró que escuchara su historia.

Le contó que en cierta ocasión, retirándose del frente ruso, cayeron en una emboscada y 30 de sus soldados fueron matados. En represalia, tomaron a 300 judíos y los encerraron en una casa de tres pisos.
Echaron gasolina en la casa, cerraron las puertas y lanzaron granadas contra la casa. Karl y sus soldados quedaron apostados alrededor de la casa para disparar a cualquiera que quisiera salir.

La casa comenzó a arder y los gritos de dolor y de miedo eran inhumanos. Le dijo: “Vi un hombre que abrazaba un niño pequeño. Su ropa estaba incendiada. A su lado estaba una mujer, me imagino que la madre de ese niño. Con su mano libre el hombre tapó los ojos de su hijo y los tres saltaron al vacío. Disparamos contra ellos mientras estaban en el aire... Oh Dios mio! "

Todo este tiempo Simon Wiesenthal estaba en silencio. Karl seguia contarle otras cosas horribles, pero siempre regresaba a ese episodio del hombre con el niño y cómo lo habían utilizado como blanco para dispararle.

“Estoy aquí lleno de remordimiento. En estos últimos momentos de mi vida, tú estás aquí conmigo. No sé quien eres ni como te llamas. Solo sé que eres judío.

Todas las noches tengo la misma pesadilla. Veo a ese joven padre con su hijo y su esposa saltar al vacío. Veo mi ametralladora dispararle mientras están en el aire.

Sé que las cosas que te conte son horribles, y mucho tiempo, esperando la muerte, quería hablar con un judío y pedirle perdón por mis atrocidades. Pero no sabia si aun hay aqui judios... Necesito tu perdón para poder morir en paz”.

Simón Wiesenthal, de profesión arquitecto, de 20 años de edad, vestido con el horrible uniforme de un prisionero de guerra, con una enorme estrella de David en el pecho, que lo distinguía como judío, sintió el peso de toda su raza sobre sus hombros.

El miro por la ventana al patio, lleno de la luz del sol. Miró lo restos miserables del que antes había sido un oficial orgulloso de su raza y su rango. Olfateó el olor fétido de un cuerpo putrefacto y tomó una decisión: se levantó de su silla y sin pronunciar palabra alguna, salió de esa habitación.



La segunda parte del libro está construida con las respuestas escritas por varias personas, a quien el autor le planteó la siguiente pregunta: “Si usted hubiera estado en mi lugar... ¿qué habría hecho?”...

Sobre estas respuestas y lo demas voy a escribir en el mensajes siguente.

1 comentario:

Wilhelm dijo...

Que testimonio mas fuerte!!!! gustare mucho de leer la otra parte; pero tambien causa temor saberla,pensar que la guerra no solo es fisica sino espiritual y cuanto daño podemos hacer.