16 agosto 2008

14 agosto 2008

LA COMPASION DE JESUS


DL Moody fue un gran siervo de DIOS , aquí comparto un bello sermon en el cual es usado por Dios , si en tu corazon hay tristeza y no conoces a Jesus o aun si no lo conoces y requieres conocerlo en cada una de sus bondades este seria un gran sermon para ti ,
deseo mucho que quienes lean sean bendecidas por estas palabras como lo fui yo


LA COMPASION DE JESUS


Y salió Jesús y vió una gran multitud, y tuvo compasión de ellos Mr.6:30
Jesús fue movido a compasión; en este versículo vemos que después que los discípulos de Juan el Bautista le dijeron que su maestro había sido decapitado Jesús se fue a un lugar desierto y que la multitud le siguió y que Él, al ver la multitud, «tuvo compasión de ellos» y sanó a sus enfermos. Si Jesús estuviera esta noche aquí, de pie, en mi lugar, su corazón también se compadecería al mirar porque Él, al observar vuestro rostro podría ver las cargas, tribulaciones y aflicciones que tenéis que llevar. Están escondidas a mis ojos, pero Él las conoce y por ello, cuando las multitudes se aglomeraban a su alrededor, Él sabía cuántos había allí con el corazón dolorido y el cuerpo quebrantado. Pero Él está aquí esta noche, aunque no le podemos ver con los ojos del cuerpo y no hay pena ni tribulación que alguien esté sufriendo que e1 no conozca, y Él es el mismo esta noche que cuando estaba sobre la tierra; el mismo Jesús, el mismo Jesús compasivo.Cuando vio la multitud tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos, y espero que Él va a sanar a muchas almas enfermas aquí y va a restañar muchas heridas y vendar muchos corazones. Y dejadme decir al empezar el sermón que no hay corazón magullado del que el Hijo de Dios se compadezca y sane si se le da oportunidad. «No quebrará la caña cascada ni apagará el pabilo que humea.» Él vino al mundo para traer misericordia, gozo, compasión y amor.Si yo fuera un artista me gustaría bosquejar algunas escenas bíblicas esta noche y poner delante de vosotros esta gran multitud de la cual Él tuvo compasión. Y luego dibujaría otro apunte del leproso que se le acerca, lleno de manchas y costras, de pies a cabeza. Aquí hay un hombre a quien han echado de su casa, que ha sido abandonado por sus amigos, que va a Jesús con su historia desgraciada y triste. Y ahora, amigos, permitidme quehagamos vívidas las historias de la Bibliaporque son todas reales. Pensemos en el leproso. Pensemos en lo mucho que ha sufrido. No sé cuántos años hace que está alejado de su esposa, hijos y hogar, pero sí sé que vive solo. Lleva puesto un vestido especial, como un sambenito, para que todo el que se le acerca se dé cuenta de que es inmundo. Y cuando él veía a alguno tenía que advertirle, gritando: «¡Inmundo! ¡Inmundo! ¡Inmundo!» Sí, y si su propia esposa hubiera ido a decirle que uno de los hijos estaba muriéndose el leproso no se habría atrevido a acercarse a ella; tenía la obligación de apartarse. Tenía que escuchar a los demás desde cierta distancia y no podía estar presente en los últimos momentos de su hijo. Era, por así decirlo, un hediondo cadáver vivo; algo peor que la muerte. Y aquí tenemos a este hombre, un desecho, un paria, hacia el cual no se extendía una mano amiga. ¡Oh, qué vida tan terrible Pensemos luego en que se está acercando a Cristo y que cuando Cristo le ve se nos dice: tuvo compasión de él. El corazón de Jesús latía al unísono con el del pobre leproso: tuvo compasión de él y el leproso se acercó a Jesús y dijo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» Sabía que nadie podía hacer una cosa semejante excepto el mismo Hijo de Dios yel gran corazón de Cristofue movido a compasión por el leproso. Oigamos las palabras de gracia que salen de los labios de Jesús: « ¡Quiero; sé limpio!», y el leproso se mira y se ve limpio en aquel mismo instante. Veámosle ahora camino de su casa y de sus hijos y amigos. Ya no es un paria, algo asqueroso, afectado por la terrible enfermedad de la le ra, sino que vuelve a los suyos con regocijo. Ahora bien, amigos, podéis decir que os produce lástima un hombre cuyas condiciones son tan tristes, pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que vosotros estáis en condiciones mil veces peores?La lepra del alma es mucho peor que la lepra del cuerpo. Y preferiría mil veces tener el cuerpo lleno de lepra que ir al infierno con el alma llena de pecado. Sería mucho mejor que me cortaran una mano o que se me secara un pie y que me quedara ciego todos los días de mi vida a ser expulsado de la presencia de Dios a causa de la lepra del pecado. Escucha los gemidos y la agonía que llena este mundo a causa del pecado. Si eres un alma enferma del pecado, llena de lepra, tu que estás aquí esta noche, si vienes a Cristo, Él tendrá compasión de ti y te dirá como dijo a este leproso: «Quiero, sé limpio.»El muerto resucitadoVayamos ahora al siguiente cuadro que representa a Jesús movido a compasión. Ved esta casita. En ella vive una pobre viuda. Quizás hace unos meses que enterraron a su marido y ahora sólo tiene un hijo. ¡Cómo le idolatra! Confía en que va a ser el apoyo y sostén de su edad avanzada. Le ama más que su propia sangre y vida. Pero mirad, la enfermedad entra en la casa y la muerte viene y pone su mano helada sobre el muchacho. Podéis ver a la madre, viuda, velándole día y noche, pero al fin los ojos del enfermo se cierran y su dulce voz es apagada para siempre. Por lo menos así lo piensa ella. No va a oírle más una vez lo hayan enterrado. Ha llegado la hora del entierro. Muchos habéis estado en una casa que en que hay luto y habéis acompañado, con los amigos, el cadáver a la tumba, y dais una mirada a la persona amada por última vez. No hay ninguno aquí que no haya perdido algún deudo suyo. Nunca he ido a un entierro y visto a una madre dando el último adiós a un hijo muerto sin que haya sentido un dardo que me penetraba el corazón o haya podido retener las lágrimas ante una vista semejante. Bien, la madre da el último beso a la frente fría; el último beso y la última mirada, y el cuerpo, tapado, en el ataúd, va a ser puesto en su lugar definitivo.La madre tiene muchos amigos. La ciudad de Naín asistía en masa a este entierro. Veo la multitud que se empuja hacia las puertas de la ciudad, y más lejos, acercándose por el camino polvoriento veo a trece hombres, cansados, que se hacen a un lado para dejar paso a la comitiva. El grupo lo forman el Hijo de Dios y sus discípulos íntimos. Jesús mira la escena, ve la madre sollozando, abrumada, con el corazón hecho trizas, y Él mismo siente que se le conmueve el corazón. Sí, el gran corazón del Hijo de Dios tiene compasión y se acerca al féretro, lo toca y dice:«Joven a ti te digo, levántate»y el muchacho se incorpora y empieza a hablar. Puedo ver a la multitud atónita; puedo ver a la viuda, madre del chico, que regresa a su casa con los rayos matutinos de la resurrección brillando en su corazón. Sí, Jesús había tenido compasión de ella. Y no hay viuda en esta sala a cuya voz Cristo no responda dándole paz en sus tormentas. Oh, queridos amigos, permitidme que diga que si vuestro corazón está dolorido necesitáis a un amigo como Jesús. Él es el amigo que necesita la viuda; Él es el amigo que todo corazón que sangra necesita; Él tendrá compasión de ti y vendará tus heridas si quieres acudir a Él tal como te encuentras. Él te recibirá sin reprenderte ni disciplinarse en su amoroso seno y te dirá: «Paz a ti», y andarás a la luz del sol de su amor a partir de este momento. Cristo vale más que todo el mundo junto. Él es el amigo que necesitas y ruego a Dios que cada uno de vosotros pueda conocerle en este momento como Salvador y amigo.El hombre a quien robaron y maltrataronEl cuadro siguiente que voy a bosquejar para ilustrar la compasión de Cristo es el del hombre que desciende a Jericó y cae en manos de ladrones. Le han quitado el manto y el dinero que llevaba; le han apaleado y le han dejado medio muerto. Miradle, herido, sangrante, sin conocimiento. Y ved ahora por el camino un sacerdote que pasa y da una mirada a la escena. No siente compasión ni deseo alguno de ayudar al pobre hombre. Pasa de largo por el otro lado del camino sin acercarse demasiado. Después de este sacerdote viene un levita, el cual dice: «Pobre hombre.» No, tampoco hace nada por él. ¡Ay, son muchos los que obran como el sacerdote y el levita! Quizás algunos, al venir a esta sala, habéis visto algún borracho tambaleándose por la calle y habéis dicho simplemente: «Pobre desgraciado», sino es que os habéis reído de alguna necedad que ha dicho o hecho el desgraciado. Nosotros somos muy diferentes del Hijo de Dios. Al fin pasa un samaritano y da una mirada al herido y siente compasión de él. Se apea del asno y tomando aceite lo vierte sobre las heridas, se las venda y lo saca de la cuneta, lo coloca sobre su bestia y se lo lleva al mesón, donde dispone lo que hay que hacer para su cuidado. Este buen samaritano representa a vuestro Cristo y al mío. Vino al mundo para buscar y salvarlo que se había perdidoJoven, tú has venido a Londres y has acabado juntándote con malas compañías. Has ido con ellos a lugares de vicio y tabernas y te han dejado mal herido y sangrando. ¡Oh, ven esta noche al Hijo de Dios y Él va a tener compasión de ti y te sacará de esta inmundicia y te transformará elevándote a su reino y llevándote a las alturas de su gloria si se lo permites. No importa quién seas; no importa cuál haya sido tu vida pasada. Como dijo Jesús a la pobre mujer adúltera: «Ni yo te condeno; vete y no peques más.» Jesús tuvo compasión de ella y tiene compasión de ti. Este hombre que desciende de Jerusalén a Jericó representa a millares aquí en Londres y este buen samaritano representa al Hijo de Dios. Joven, Jesucristo ha puesto su corazón para salvarte. ¿Quieres recibir su amor y compasión? No albergues pensamientos duros acerca del Hijo de Dios. No creas que te condena. Ha venido para salvarte.El Hijo pródigoPero me gustaría pintar otro cuadro, otra escena, la del joven que se marchó de su casa, que encontramos en el capítulo quince de Lucas; un hijo ingrato que pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía ya antes de tener derecho a ella; la quería al instante. Le dijo a su padre: «Dame la parte de la hacienda que me corresponde», y su buen padre le dio su parte y él se marchó. Ahora le vemos que emprende su camino, lleno de orgullo, arrogante, y empieza a vivir con todo despilfarro en un país extranjero, pongamos Londres. ¿Cuántos habéis venido a Londres, que es para vosotros un país extranjero, para malgastar el dinero? Sí, y este joven fue popular en tanto que tuvo dinero. Sus amigos duraron lo mismo que el dinero. En tanto lo tiene paga la cuenta en la taberna y todos sus compinches le dan el parabien y palmaditas a la espalda. ¡Qué locura! Pero ido el dinero se terminaron los amigos. ¡Oh, los que servís al diablo tenéis a un amo muy duro! Bien, cuando el dinero del hijo pródigo hubo desaparecido sus amigos se rieron de él y le llamaron necio, lo cual era una gran verdad. ¡Qué ciego y equivocado estaba este joven! Mirad lo que se perdió. Perdió el hogar de su padre, mesa y comida, la reputación, el confort y su trabajo, aunque más adelante consiguió otro en aquel país apacentando cerdos. Éste era un negocio ¡legítimo para él, no le correspondía hacerlo. Y esto es lo que haceel que se vuelve atrásestá a sueldo del diablo. Ha perdido el tiempo y su reputación. Nadie tiene confianza en uno que se vuelve atrás, porque incluso el mundo desprecia a los tales. Este hombre no tiene ya reputación. Miradle entre los cerdos. Un día pasa uno en aquel país extraño y viéndole dice: «¿Qué hace este desgraciado, sin calzado, medio desnudo, vigilando cerdos?» «Ah», dice el pródigo, «no hables de mí de esta manera. Mi padre es rico y sus criados van me . or vestidos que tú» - « ¡Qué va! », dice el otro.«Si tuvieras un padre tal como describes estoy seguro que no te reconocería.» Y nadie quería creerle.Ha perdido su testimonioNadie da crédito ni cree a uno que se hace atrás. Si habla del goce que ha tenido con el Señor nadie le cree. ¡Oh, desgraciado, me das lástima! Sería mejor que regresaras al hogar. Por lo menos el pobre hijo pródigo volvió en sí y dijo: «Me levantaré e iré a mi padre»,y lo hace y se pone en marcha. Miradle por el camino, pálido, hambriento, con la cabeza gacha, sin fuerzas y quizás enfermo. Nadie puede reconocerle como no sea su padre. Pero el amor tiene una vista como un lince para distinguir su objetivo. El anciano ha estado esperándole. Podemos verle muchas noches en el terrado mirando en lontananza por si le ve de lejos. Muchas noches ha estado orando a Dios, pidiendo que su hijo pródigo regrese. Todos los que le han hablado de él en aquel país extranjero le han dicho que el chico avanza rápidamente hacia su ruina total. El anciano pasa mucho tiempo orando por él y al fin su fe empieza a vigorizarse y dice: «Creo que Dios va a enviarme a mi hijo y un día ve, desde lejos, al hijo perdido, pero ahora hallado. No le reconoce por el vestido, pero sí por el paso y el porte y se dice: « Sí, éste es mi hijo.» Ved cómo el padre baja rápido las escaleras, cómo se precipita hacia el camino, cómo corre. ¡Ah!, es, podríamos decir, lo mismo que hace Dios. Muchas veces el Dios de la Biblia es representado apresurándose, corriendo; tiene gran prisa para recibir al que se ha hecho atrás. Sí, el anciano está corriendo, ve de lejos a su hijo y tiene compasión de él. El muchacho quiere contarle la historia de lo que ha hecho y dónde ha estado y el padre quiere oírle; su corazón está lleno de compasión y lo abraza en su seno. El muchacho quiere entrar y quedarse en la cocina con los sirvientes, pero el padre no le deja. ¡No!, manda a los criados que le pongan zapatos en los pies y anillo en el dedo y que maten el becerro grueso y hagan todos una fiesta. El hijo pródigo ha vuelto al hogar, el que se había hecho atrás ha regresado. ¡Oh, tú que te has vuelto atrás vuele al hogar y habrá gozo en tu corazón y en el corazón de Dios! ¡Que Dios haga que regresen al hogar todos los que se han hecho atrás presentes aquí esta noche y que lo hagan hoy mismo. Di como dijo el pródigo: «Me levantaré e iré a mi padre» y yo, bajo la autoridad de Dios, te digo que Él te recibirá, borrará todos tus pecados y te restaurará a su amor y volverás a andar a la luz de su rostro después de la reconciliación.

03 agosto 2008

El fin de la venganza por el medio del perdon

Gordon Wilson sujetaba la mano de su hija Marie mientras ambos yacían atrapados bajo una montaña de escombros. Era 1987, los dos estuvieron entre los asistentes a un pacífico servicio conmemorativo en Enniskillen (Irlanda del Norte), cuando estalló una bomba terrorista. Al final del día, Marie y nueve otros civiles habían muerto y sesenta y tres habían sido hospitalizados con heridas. "Papa, yo te amo mucho" - fueron las ultimas palabras de Marie.
Asombrosamente, Gordon rehusó pedir que se tomaran represalias, diciendo que expresiones de ira no podían devolverle su hija ni traer la paz a Belfast. Sólo unas horas después del atentado, dijo a periodistas de la BBC: "He perdido a mi hija, y la echaremos de menos. Pero no guardo rencor…Eso no me la devolvería… Les ruego que no me pidan una razón…no tengo respuesta. Pero sé que tiene que haber un plan. Si no creyera eso, me suicidaría. Es parte de un plan mayor, y Dios es bueno. Y nos volveremos a ver". Más tarde, Gordon dijo que no era su intención que se formulara una teología de justicia con sus palabras. Simplemente le habían salido de lo más profundo de su corazón. En los días y meses que siguieron al atentado, luchó para vivir de acuerdo con sus palabras. No era fácil, pero era algo de qué agarrarse, algo para mantenerlo a flote en las horas más sombrías.Sabía que los terroristas que le quitaron la vida a su hija no tenían ningún remordimiento, y sostuvo que deberían ser castigados y encarcelados. Aún así, se le entendió mal, y muchos lo ridiculizaron porque rehusaba buscar venganza.

"Los que tienen que responder por esta acción, un día enfrentarán al juicio de Dios, que está mucho más allá de mi perdón… Estaría mal de mi parte dar la impresión de que a pistoleros y a terroristas pone-bombas se les debería permitir andar libremente por las calles. Pero por mi parte…sean juzgados o no en esta vida por un tribunal…yo hago lo que puedo por manifestar perdón… La última palabra le corresponde a Dios…y los que buscan su perdón tendrán que arrepentirse." El perdón le permitió a Gordon aceptar la muerte repentina de su hija, y tuvo efecto mucho más allá de su propia persona. Por lo menos por un tiempo, sus palabras rompieron el círculo vicioso de matanza y venganza.


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La historia de Steven McDonald ha tocado a muchos americanos, pero parece que no son muchos los que ven en su acto de perdonar algo más que un acto de voluntad sobrenatural. Steven, un policía y detective de la ciudad de Nueva York, fue baleado en 1986 mientras interrogaba a tres jóvenes en el Parque Central, y quedó paralizado del cuello hacia abajo. Llevaba menos de un año de casado, y su esposa tenía dos meses de embarazo.Shavod Jones, su asaltante, provenía de un complejo de viviendas públicas en Harlem, Nueva York; Steven vivía en un barrio de gente blanca adinerada. Su breve encontronazo podría haber terminado con prisión para uno, y toda una vida de amargura para el otro. Pero aún antes de que soltaran a Shavod de la cárcel, comenzó a cartearse con él en un esfuerzo de traer “paz y propósito” a la vida de ese joven. Steven escribe: Preguntarme por qué me había disparado el muchacho era algo que estaba completamente fuera de mi pensamiento mientras miraba el cielo raso desde mi cama en el hospital. Estaba perplejo, pero descubrí que no podía odiarlo a él sino a las circunstancias que esa tarde lo habían llevado al Parque Central con una pistola escondida en el pantalón.Para ese muchacho yo era una chapa, un uniforme que representaba al gobierno. Yo era el sistema que les permitía a los dueños de casas cobrar alquiler por apartamentos escuálidos en edificios deteriorados; yo era la agencia municipal que reconstruía barrios pobres y echaba a los residentes, mediante el “aburguesamiento”, sin tener en cuenta si eran buenos ciudadanos que respetaban la ley, o criminales y traficantes en drogas; yo era el policía irlandés que se presentaba en una disputa doméstica y se iba sin hacer nada porque no había ninguna violación de la ley.Para Shavod Jones, yo era el chivo expiatorio, el enemigo. No me veía como una persona con seres queridos, como hombre casado y futuro padre. Él estaba infectado con los mitos que circulan entre su gente: Los policías son racistas, se vuelven violentos, así que ármate contra ellos. No, yo no podía echar la culpa a Jones. La sociedad, la familia, las agencias sociales responsables por él, los que hicieron que fuera imposible que sus padres se quedaran juntos – todos le habían fallado mucho antes de que Shavod Jones se encontrara con Steven McDonald en el Parque Central.A veces, cuando no me siento bien, puede que me enoje. Pero me doy cuenta de que el enojo es una emoción derrochada…A veces estoy enojado con el adolescente que me pegó el balazo; pero más a menudo le tengo lástima. Sólo espero que él pueda cambiar su vida y ayudar a la gente en vez de hacerles daño. Yo le perdono y espero que pueda encontrar paz y propósito en su vida.Al principio Shavod no contestó las cartas de Steven; más tarde, cuando lo hizo, el intercambio fracasó, porque Steven rehusó acceder a su pedido de ayudarle a obtener la libertad condicional. A fines de 1995, sólo tres días después de salir de la prisión, Shavod perdió la vida en un accidente de motocicleta. Steven continúa predicando su mensaje de amor y perdón desde su silla de ruedas.Hace varios años visité a Steven en su casa en Long Island, e inmediatamente quedé impresionado por su bondadosa manera, sus ojos chispeantes, y el alcance de su invalidez. Es bastante difícil para una persona mayor vivir confinado a una silla de ruedas. Que a un hombre lo arranquen de la vida activa a los veintinueve años es devastador; agrega a esto tener que respirar por una traqueotomía, y un hijo de dieciocho años cuyo papá nunca ha podido abrazarlo – ahí tienes a Steven McDonald. Pero no percibí ningún enojo, ninguna amargura.Con calma y con firmeza me abrió su corazón. Habló de aquel balazo como de una “bendición”, una dura prueba de fe, que sin duda lo había acercado más a Dios, y lo había obligado a enfocarse más en lo espiritual y lo eterno:Al principio, el perdón era una manera de seguir adelante, una manera de dejar atrás aquel horrible accidente. Pero luego me di cuenta de que yo había vivido una vida pecaminosa y egoísta, y que yo mismo necesitaba perdón. Era muy simple.Ahora, Steven ha encontrado un propósito para su vida: enseñar a perdonar. Regularmente habla en escuelas primarias y secundarias, y en ceremonias de graduación. Considera su trabajo como un encargo de Dios. Puesto que perdonó, y compartió con otros su acto de perdonar, Steven tiene la esperanza de que la gente vuelva a descubrir a Dios.Once años después del balazo, su esposa Patti sigue fielmente a su lado. Luchan a diario con la realidad de su incapacidad y los efectos que tiene sobre su matrimonio. A menudo Steven tiene que batallar contra el desaliento, y hasta ha luchado contra pensamientos suicidas. Pero cuando le pregunté si el perdonar en sí había sido una lucha, dijo que no, que era más bien un don, una gracia.No debe ser fácil perdonar cuando uno ha sido tan gravemente herido. Pero aún en la agonía más profunda tenemos que elegir entre amar u odiar, perdonar o condenar, buscar reconciliación o venganza. Steven podría haberse amargado, pero escogió el camino de la paz y la reconciliación, y hasta el día de hoy está transformando la vida de otros.



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Aqui un testimonio que conto mi pastor . Lo cuento de la memoria.

En los años 1915 fue el genocidio de los armenios por los asi llamados Jóvenes Turcos, en el Imperio Otomano. los turcos mataron muchos armenios con tanta brutalidad, que narrarlo fielmente es imposible , nosotros solo podemos imaginar. habia una familia, de armenios, a su casa llegaron los turcos, mataron a los padres ante los ojos de sus hijas. A la hija menor de la familia armenia el jefe de los turcos la dio a sus compañeros para que se diviertan..y la mayor el mismo la llevo, para que ella le sirva. Paso bastante tiempo, y ella soporto muchas cosas horribles. Pero un dia Dios le dio una opurtunidad de escapar. y fue un milagro que ella pudo hacerlo, escapo. Y despues de un tiempo ella fue a un hospital a trabajar. Y paso asi que un dia ellos se encontraron otra vez - ella y aquel jefe de los turcos, a quien ella servia. A el llevaron a este hospital herido gravemente . Y esa muchacha estaba al cuidando de el. Mucho tiempo el estaba asi, muy enfermo, no podia hacer nada, el no entendia nada. Y ella siempre estaba haciendo todo lo que debia hacer una enfermera para este hombre, y mucho tiempo paso ayudandole a sobrevivir. Y por fin un dia el se sentio mejor, y ya podia entender lo que pasaba a su al rededor ; el medico le dijo a el que el no estaria vivo ahora si no fuera por la enfermera, Y cuando el turco este turco la vio, la pregunto si no la habia conocido antes . Y ella dijo que si, y le conto quien era. Entonces este hombre le pregunto - "Por que no me mataste?" .. Y ella respondio - "Yo sigo a Aquel,quien me dijo que debo hacer las cosas asi ".


Soldados romanos, Pilato, Herodes y los miembros de Sanedrin simplemente "hacian su trabajo" - una excusa miserable, la cual usaban despues y usan ahora. Jesus dejo esto para atras, El llamaba directamenta a los corazones de la gente. Ellos necesitaban del perdon, mas qu cualquier otra cosa. Nosotros, quien creemos en la redencion, sabemos que Jesus pensaba no solo de aquellos que lo mataban, cuando decia sus ultimas palabras. El pensaba en nosotros. Con su cruciifixcion y solo con esta El puso el FIN a la ley de la eterna venganza. El nos dejo un camino el cual podemos aceptar o no. Nosotros podemos escoger perdonar o no perdonar. El perdon nos libera, el rencor y venganza nos condenan


No paguéis a nadie mal por mal;
procurad lo bueno delante de todos los hombres.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres.
No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer;
si tuviere sed, dale de beber;
pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.


(Romanos 12:17-21)